La leyenda del primer vino: una historia de amor


Como no podía ser de otra manera, la historia de cómo se creó el vino tiene que ver con una historia de amor. Y como nos acercamos a San Valentín, no me parece mala idea contarla en esta ocasión. Más bien mezcla amor, pasión, locura y muerte. O casi muerte.

Esta leyenda viene de medio oriente, más específicamente del Imperio Persa. Allí le adjudicaron a una cortesana el descubrimiento de esta bebida. Cuentan que entre el 4000 y 3000 A.C. un rey persa mandó recoger las uvas (uvas syrah, obviamente) del viñedo real y guardarlas en el depósito del castillo.

Allí las uvas comenzaron a fermentarse, naturalmente, y a expulsar el carbono sobrante. Este largaba un olor extraño que invadía el sótano, pero como no había un espacio para su escape, quedaba concentrado allí. Entonces comenzaron los rumores: la gente pensaba que el rey tenía veneno en esos toneles.



Esta cortesana formaba parte del harem del rey. Y un día decidió suicidarse. Como pensaba que los toneles de uvas fermentadas eran veneno, se lo tomó, esperando terminar con su vida.

El rey, cuando se enteró de la decisión de esta princesa, bajó hasta el depósito. Cuando la encontró descubrió que la joven muchacha no estaba muerta: todo lo contrario, danzaba alegremente por el sótano.

Entonces descubrieron que la bebida, muy lejos de ser un veneno, era una bebida espirituosa que hacía tanto bien al paladar como al alma.

Esta versión establecería que en realidad el vino se descubrió accidentalmente, y no por invención humana.

Pero dejando de lado las leyendas, hay que reconocer que el vino se originó en mesopotamia. Aunque aclaremos un par de datos más:

La primera mención a esta bebida aparece en el Antiguo Testamento cuando Noé, famoso por su construcción de un arca durante el diluvio, menciona al vino en sus relatos (Génesis 9:20). Noé plantó viñedos dentro del arca.

Los registros más antiguos de viñas plantadas por el hombre datan de hace 6.000 años Antes de Cristo, con evidencia de uvas fosilisadas en lo que hoy son los países de Georgia e Irán.

Sea un mito o sea verdad, es casi seguro que el vino se descubrió por una fermentación accidental de las uvas. Además ¿no es una linda historia?