Reglas básicas para rechazar un vino.
Aquellas personas que suelen comer afuera seguramente alguna vez la hayan pasado mal momento cuando pidieron un vino, y ¡sorpresa!, no era lo que esperaban. Qué hacer entonces luego de que el camarero nos presenta la botella de vino, la probamos, pero no la queremos.
Seguramente la memoria olfativa y gustativa que tenían de ese vino no coincida con esa botella en particular, pero, reconozcámoslo, hay que ser realmente valientes para no aceptar la botella. En algunos lugares nos traerán otra sin pedir demasiadas explicaciones, pero en otros rechazar un vino puede transformarse en una verdadera tortura.
Para que no pasen horas y horas discutiendo con el maître les presento algunas reglas básicas para poder rechazar un vino.
Uno de los defectos más comunes es un fuerte aroma a corcho, eso significa que el tapón está enmohecido y que el vino se ha contaminado de ese olor. El corcho estará visiblemente deteriorado.
Otro problema es que el vino huela y sepa claramente a vinagre. Esto ocurre porque durante el reposo del vino en botella se ha producido algún tipo de defecto en el tapón que ha permitido el contacto con el aire.
Si el vino que escogiste es un blanco fresco y te traen un caldo amarillo muy intenso o tirando a marrón, esa botella seguramente no es del año o bien no ha estado bien conservada. El vino blanco tiene que ser de un color amarillo muy pálido.
Los rosados, al igual que los blancos deben ser vinos del año, frescos, transparentes y suaves.
Espero que estas simples reglas les ayuden a saber si ese vino que le han llevado a su mesa está en óptimas condiciones de ser disfrutado.