Las ventajas de producir vino en la altura


Últimamente está de moda destacar vinos que están producidos bajo circunstancias climáticas poco usuales: vinos debajo del agua, de climas antárticos, o hechos de climas tropicales. Hoy queríamos agregar otra alternativa que ofrece características únicas y muy particulares: el vino cosechado en las alturas.

Pongamos por ejemplo el vino que viene de Mendoza, más específicamente de la cordillera de los Andes. Este vino proviene de terrazas (tierras escalonadas en la ladera de las montañas) que se encuentran emplazadas entre los 600 y los 1.600 metros sobre el nivel del mar. Este microclima especial propiciado por la altura resulta excepcional para el cultivo de la vid.

¿Qué es lo que ofrecen las altas montañas en el resultado? La altitud juega en la elaboración un papel fundamental, pues ejerce el control de la temperatura entre el día y la noche. También favorece la acumulación de ciertos componentes aromáticos y gustativos, sobre todo de polifenoles. Estos componentes son responsables de darle al vino de las alturas un color, cuerpo y estructura particular en los vinos.



Una hermosa vista para degustar un vino, ¿no?

De más está decir que el vino producido en estas altitudes genera un gran equilibrio entre la modernidad y la antigua tradición, puesto que el cultivo en terrazas es ancestral en la región de la cordillera. Ideado por los antiguos aborígenes de la región (como el extenso imperio Inca), este método de cultivo logró superar los contratiempos de la geografía andina.

Además de estas ventajas, lógicamente, la cordillera ofrece una ventaja única: la hermosa vista que ofrece para degustar uno de estos vinos.