¿Es la Bonarda la futura cepa insignia de la Argentina?


La Bonarda llegó a Mendoza de la mano de inmigrantes italianos a fines del siglo XIX, y lo hizo junto con variedades como Barbera, Dolcetto, Nebbiolo, Grignolino, Sangiovese, Buonamico, Raboso Veronés, Tocai Friulano, Trebbiano, Moscato Bianco y Prosecco, que son de origen netamente italiano y representan al Piemonte y las regiones de Friuli y Toscana.

Pero la variedad que nos ocupa era llamada aquí Barbera o Bonarda Barbera y era también cultivaba en territorio Cuyano.

Sin embargo hoy, mediante investigaciones realizadas a mediados del siglo XX, sabemos que se trata en realidad de la variedad francesa Corbeau Noir.

Durante años, franceses e italianos se la adjudicaron como propia debido a que se encuentra en la región francesa de Savoie con el nombre Corbeau Noir y en el Piamonte con el de Charbono, pero la explicación a dicha confusión que genera esta disputa, es que estamos hablando de regiones vecinas separadas por los Alpes.

En el año 1936 nuestro país contaba con 6 mil hectáreas de Bonarda y hoy en día es la variedad más cultivada después de la Malbec. En los años 60 se elaboraba en cantidad sin importar su calidad y se utilizaba en vinos de corte junto con la Malbec ya que le aportaba a la mezcla fruta y suavidad: a aquellos vinos se los conoció como "Borgoña".

La Bonarda es una variedad que necesita ser bien conducida y podada ya que es muy vigorosa y requiere de una buena cantidad de sol sobre el racimo, sino da vinos chatos, herbáceos y de poco grado alcohólico.

Otro problema que presenta, es que es de ciclo vegetativo largo y en producciones excesivas no alcanza su correcto nivel de madurez pero con un buen control sobre todo lo mencionado y técnicas de vinificación modernas, podemos obtener grandes vinos.

"La uva Bonarda ha sido muy castigada, pero elaborándola en forma cuidadosa y utilizando los mismos procesos que utilizan para otras variedades como la Cabernet Sauvignon o la Malbec se logran grandes vinos con esta cepa impresionante. El estadounidense lo acepta y le gusta este vino, pero en el caso del argentino, recién ahora se está familiarizando con esta variedad aunque le cuesta más ya que la sigue viendo como uva para vino de corte", remarca Carlos Vázquez, a cargo de la gestión de viñedos de Bodega Altos Las Hormigas.

Su buena adaptación a nuestras tierras se debe a que prefiere zonas templadas a cálidas y donde mejor se da es en San Rafael y en Maipú, además de las zonas norte y este de Mendoza, el Valle de Tulum en San Juan y Chilecito en La Rioja.


La primer bodega que tuvo un buen manejo de la variedad es Familia Zuccardi que posee actualmente muy buenos ejemplares en diversos rangos de precio y la cual produce Zuccardi Serie A Bonarda, un vino atractivo que vale la pena probar.

Pero el pionero en elaborar vinos Premium y Super Premium de Bonarda es Roberto González, enólogo Bodegas Nieto Senetiner, que apostó a ella, que creyó en su potencial y hoy nos deleita con su Bonarda Edición Limitada.


En la Argentina no es una variedad del todo aceptada, aunque en el mercado ya es bien vista. En países como Inglaterra ha tenido muy buena exposición y ya es considerada como otra variedad Argentina. En Brasil la asocian a grandes vinos y en los Estados Unidos es muy apreciada, siendo elaborada como Charbono.

Sabremos que estamos frente a una cepa de Bonarda cuando se trate de racimos compactos y de granos, pequeños, ovales de color púrpura profundo, rodeados de hojas redondas. Al no tener grandes cantidades de taninos, su evolución en el tiempo es corta y no soporta grandes envejecimientos y paso por madera.

Suele dar vinos de color rojo intenso con tonos violáceos. Su nariz es floral, confitada y con notas de fruta roja fresca.

En boca se sienten sus taninos aterciopelados y la frescura que le otorga su interesante acidez.

El tipo de vino que nos entrega es ideal para acompañar con carnes rojas suaves, platos condimentados y pastas con salsas que contengan tomate debido a su acidez, pero también si se trata de una cosecha actual, en época estival es muy bienvenida sola.

Si la enología argentina continúa apostando a la Bonarda, trabajando concienzudamente sobre ella y dándole los cuidados que ésta merece, en algunos años más estaremos hablando, junto a la Malbec entre las tintas y a la Torrontés entre las blancas, de nuestra nueva cepa insignia.

A continuación una serie de maridajes sugeridos:
Pizza con chorizo de cerdo, cebollas moradas caramelizadas y queso Brie.
Riñones de ternera en salsa de mostaza y puré de batatas al caramelo.
Posta de atún rojo con endivias grilladas previamente marinadas en aceto balsámico y salsa bearnesa.

F:iprofesional