Comer en la ruta del vino patagónico
Una de las más genuinas -y efectivas- expresiones del turismo enológico es almorzar o cenar en una bodega. En nuestro sur hay tres opciones interesantes y para destacar.
A pesar de ser una de las zonas vinícolas más nuevas del país, la ruta del vino de la Patagonia fue considerada de interés turístico desde sus comienzos. Tanto es así que casi todas las bodegas allí establecidas ya abren sus puertas al turismo y tres de ellas incluso ofrecen alojamiento y restaurantes de alta gastronomía.
• Valle Perdido: es el primer hotel del país que está completamente integrado con una bodega y rodeado de viñedos. En este resort es posible sumergirse en el proceso de producción y elaboración del vino, desde los viñedos hasta el embotellamiento y la degustación. De hecho, para acceder a las habitaciones, se debe atravesar un pasillo con vista a la sala de barricas subterránea. Cuenta con un wine spa en el que los pasajeros pueden optar por diversos tratamientos corporales y faciales a base de vino. Entre sus instalaciones se destacan la sala de cigarros, el Wine + Tapas Bar y un restaurante que ofrece cocina patagónica con vista a los viñedos. Una singularidad es que en su cava privada, los visitantes pueden elaborar distintos cortes y guardar su propio vino. Completan las opciones las clases de cocina y maridaje, las salidas para pescar con mosca en los ríos Neuquén y Limay, y los avistajes de aves.
• Saurus (Familia Schroeder): este restaurante presenta una carta con platos de inspiración centroeuropea en la que, sin embargo, priman los productos locales: trucha, conejo, hongos y frutas del Alto Valle del Río Negro. Allí, el chef suizo Boris Walker renueva la atrevida propuesta cada dos meses. Abre al mediodía y, los sábados de verano, también por la noche.
• Malma (NQN): el chef Matías Nuñez y su equipo se lucen en la cocina de este restaurante que renueva su carta en cada estación. La propuesta es muy heterogénea: clásica, gourmet, patagónica o temática; ofrecen desde carpaccio de ñandú hasta pinchos de liebre patagónica. Para celebraciones privadas también se encuentra disponible el Malma Restó Criollo, un amplio quincho con capacidad para 60 personas, cuya carta incluye tablas de fiambres artesanales, empanadas criollas y chivito.
F:elconocedor