Como elegir vinos en restós


A pesar de que la experiencia debería ser placentera, la evolución de los vinos argentinos y la gastronomía sofisticó la elección y terminó transformándola en un trámite complicado.


¿Primero el vino o la comida?
Ésta es una cuestión interesante que depende mucho del comensal, pero sobre todo de la propuesta del lugar. Si la oferta por copa es seductora y los vinos están bien conservados, lo ideal será recorrer el menú y acompañar cada paso (léase plato) con una etiqueta diferente. Es decir que uno puede llegar a degustar un vino con la entrada, dos con el principal y un cuarto con el postre. Sin embargo, hay veces que el apetito y las ganas de comer algo específico son los que influyen en la selección final. Sea cual fuere su situación, usted ya tiene una salida elegante cuando lo interroguen: vinos por copa.
Tener claro que no va más el acompañar toda la comida con el mismo vino lo hará quedar como un entendido y así el sommelier buscará satisfacerlo con sugerencias concretas, ya sean por copa o bien por botella (dependiendo de la cantidad de comensales a la mesa), con lo cual usted tendrá otra opinión muy útil, pero sin haberla solicitado; es decir, sin demostrar que no sabía lo que quería. Juegue con las distintas alternativas de platos o de vinos para que el sommelier sea el que trabaje por usted.

¿Elegir por la derecha o por la izquierda?
Si la cuestión es el precio y el presupuesto es acotado, no hay mucho por hacer. Estírese todo lo que pueda y apueste por lo seguro: aquel vino que ya conoce o que al menos le resulta muy familiar. Sin embargo, hay muchas ocasiones en las cuales quiere y puede invertir algo más de dinero en una botella. En ese caso, los pasos a seguir son los siguientes: en primer lugar, detecte aquellos vinos que se ajustan a lo que desea y pida ayuda al sommelier (pregúntele cuál de las dos o tres opciones que vio es la más adecuada para él). Lo ideal es elegir dos desconocidas y una más familiar para que a usted le sirva de referencia. Incluso, en base a la respuesta, puede ir por una segunda ronda de opciones. La seguridad que le falta en la decisión se la dará el sommelier, pero siempre basándose en lo que usted propuso.

Guiarse por los accesorios
La vajilla no es un detalle menor, ya que puede determinar cuál es el lugar que ocupa el vino en el restaurante. Si la cristalería es fina y en la mesa hay una copa para el agua y otra para vinos, es una buena señal.

Mucho servicio y pocas nueces
No hay que dejarse engañar por el servicio abrumador. No siempre las largas explicaciones de la carta de vinos, los argumentos infinitos de los sommeliers o la aparición en escena de un decanter sin que nadie lo pida son señales de un buen servicio. En todo caso, sólo son indicadores de buenas intenciones por parte del lugar.
El mejor sommelier es el que más cómodo lo hace sentir desde el primer momento y hasta que se retira del restaurante. Déjese llevar por las respuestas a cada una de sus inquietudes, información más que valiosa para determinar la mejor etiqueta a elegir.

Cuestión de cosechas
Si bien en la Argentina el tema de las cosechas no es tan importante como en los países europeos (Francia, Italia y España), hay un par de datos que siempre es bueno tener presente. Cuando se trate de blancos y rosados, lo mejor será que sean del año en curso o a lo sumo del anterior, así evitará que le vendan un vino que podría estar lejos de su mejor momento. Pero si se trata de un tinto, la cosa es diferente: los de precio medio con que tengan uno o dos años está muy bien, pero si quiere apostar a la cosecha clave, al menos hoy, es la 2006. La mayoría de los grandes vinos de esa añada han demostrado un salto cualitativo notable respecto de sus antecesores y gozan de una frescura muy atractiva. Los más añejos habrá que dejarlos para otras ocasiones, ya que es indispensable saber mucho sobre la etiqueta para pagarla con gusto y disfrutar de los sabores que el tiempo les imprimió.

F:elcocnocedor