¿De qué depende la temperatura de un vino?


Una sencilla prueba: servirse un mismo vino con cuatro grados de diferencia. No hace falta ser un experto catador para apreciar que huelen y saben distintos. Según el tipo de vino así será su temperatura óptima de consumo y esto es fundamental para apreciar todas sus características y cualidades, tanto sus virtudes como sus defectos. Aunque el gusto del consumidor, la temperatura ambiente y, por supuesto, la calidad del vino son importantes, podemos decir que sí existen unas temperaturas adecuadas a cada tipo de vino. Las papilas gustativas reaccionan a la temperatura. El calor acentúa el efecto de acidez, dulzura y alcohol, mientras que el frío refuerza las sensaciones de amargor y astringencia.

Ponerlo en práctica es otra cosa. A veces resulta bastante difícil adecuar cada servicio a un grado determinado por la amplia gama y calidades de vinos que existen y por la dificultad que a veces resulta conseguirla, sobre todo cuando no depende de nosotros. En general, cuanto más sencillo más fresco debería beberse y cuanto más complejo y de calidad más atemperado.

Lo más importante es ser consciente de que por debajo de los 6ºC el olor de la mayoría de los vinos no se percibe y en boca se vuelven planos, sin complejidad, y que por encima de los 18ºC los vinos se desequilibran en aromas y sensaciones gustativas, sobre todo por efecto del alcohol.