En los últimos tiempos se ha puesto de moda el Enoturismo, una forma de hacer turismo conociendo los vinos, especialmente ideada para quienes aman el buen beber y todo lo referente a vinos, bodegas y también gastronomía.
Las principales regiones vitivinícolas del mundo tienen un circuito turístico de este tipo bien establecido y conocido. De hecho, las bodegas toman esto como algo muy provechoso para sus empresas. Muchas veces la mejor forma de promocionar un vino en especial o una bodega, es llevando al cliente directamente a la empresa.
Para los bodegueros, un contingente turístico que visita su bodega significa la oportunidad de que un buen bebedor y conocedor de vinos, quizás un experto o futuro experto catador, adopte su marca para toda la vida como propia, recomiende sus vinos a amigos y conocidos. Es la posibilidad de ganar clientes de por vida. Y es por eso que le ponen tanto empeño y se esfuerzan para agradar al turista ofreciéndole lo mejor.
El turista que gusta del enoturismo por lo general ya es un experto en vinos y busca ampliar sus conocimientos entrevistándose con los responsables directos de las bodegas o los enólogos encargados de la elaboración. Hasta una charla informal con cualquier trabajador de la bodega puede enriquecer el conocimiento sobre enología.
Las visitas guiadas a las bodegas son el momento esperado por todos los visitantes que optan por esta modalidad turística, la degustación casi siempre se hace en las bodegas de origen de los vinos, previa charla y presentación, generalmente con el encargado de prensa o de relaciones públicas de la empresa. Es una oportunidad única de catar. Los vinos que allí se prueban no son los mismos que puedes conseguir en cualquier supermercado o almacén.
Además, las visitas también contemplan aspectos geográficos y culturales. Las tradiciones de los pueblos cercanos, los puntos de interés de los alrededores, y las características de la comunidad de la zona, que casi siempre están estrechamente ligados a las bodegas y al buen beber.
