Malbec blends, un concepto que se afianza


Malbec blends, un concepto que se afianza

Mientras muchos se preocupan por encontrar al sucesor de nuestro cepaje emblema, otros siguen trabajando firme en su desarrollo varietal y en la búsqueda de los microterruños más adecuados para que se exprese en plenitud. De acuerdo con estos avances, hoy existe la posibilidad de profundizar en un concepto hasta ahora poco ensayado: seguir explotando el Malbec, pero acompañado de otros varietales que lo potencien y así continuar con su expansión.



Nadie puede negar que el vino es un negocio y que, como tal, necesita del marketing. Es por ello que los conceptos, estrategias y tácticas van y vienen, y se replican o se cajonean según sus impactos y resultados. Pero esto no implica para nada una pérdida del glamour que rodea a esta noble bebida, porque de no haber sido por el gran éxito del negocio, hoy no tendríamos a disposición tamaña y atractiva oferta. Por lo tanto, hay que valorar la parte industrial y la comercial del asunto ya que también son responsables del placer que genera cada copa.
Quizás el auge del consumo en los últimos años nos ha expuesto a demasiados mensajes y, evidentemente, muchos de ellos surtieron efecto. Sin embargo, otros quedaron en el camino. Y aunque todos los días se suman nuevos conocedores a este fascinante mundo y nadie es quien para decir qué nos tiene que gustar, hay que reconocer que tener información sirve para elegir más fácilmente. En la actualidad, sin dudas, el Malbec es el gran protagonista: un vino que nos identifica, un tinto (pero también rosado, espumante y fortificado) por el que podemos ostentar un justificado orgullo y que, además, nos ha permitido hablar de igual a igual con los otros productores del mundo.
Para muchos, con el Malbec estamos en plena etapa de las vacas lecheras (expresión marketinera para describir el mejor momento del negocio) y, como dicen los libros, ya es hora de ir buscando una estrategia para amortiguar la decaída que siempre llega luego de un impacto novedoso. Sin embargo, para otros la historia recién comienza y todavía queda mucho camino por recorrer. Son estos mismos profesionales los que marcan el rumbo y, por suerte, hoy se preocupan más por lograr un Malbec único que por encontrar un varietal que lo suceda. Mientras tanto, se pueden hacer muchas cosas para estirar este gran momento y aportarle prestigio al gran Malbec argentino.

En la mezcla está el secreto
Estoy convencido de que el vino nace en el viñedo y es por eso que creo que desde allí procederán sus atributos diferenciales, obviamente traducidos enológicamente por los profesionales que lo elaboran. Sin embargo, la industria –esa entidad enorme a la cual le cuesta dar golpes de timón– se ha concentrado mucho más en el poder penetrante de los varietales. Esto quiere decir que, emulando el modelo estadounidense, puso el énfasis en las distintas uvas que componen cada etiqueta. Y aunque es verídico que esto también forma parte de la historia, no debió ser lo más importante. Lo relevante debería haber sido el vino, lo que marca indiscutiblemente la diferencia, y para conseguirla, el secreto es lograr una identidad vínica definida mucho más que por un cepaje, por el terruño. Es como si la uva fuese el nombre y el suelo del cual proviene el apellido, el responsable del gen. Y hacia allá vamos.
Luego de entender que con el nombre solo no alcanza y comprender que este negocio requiere de mucha paciencia, los trabajos más serios están enfocados hoy en alcanzar la tipificación de acuerdo con un microterruño específico. Al fin de cuentas, quisimos separarnos de los conceptos del Viejo Mundo y encolumnarnos con el grupo moderno, pero para lograr nuestros grandes vinos tuvimos que recurrir nuevamente a las fuentes.
Pero volvamos al tema de los varietales y su impacto efímero. El Malbec gana porque sus atributos son tan fáciles de expresar en una botella como de ser apreciados en una copa. Pero qué pasó con esa diversidad que hasta hace poco nos invadía de la mano de los bi, los tri y hasta los pentavarietales. Nada, eso pasó. Fue una moda pasajera que no se arraigó en el consumidor. ¿El motivo? Simple, no se trata de hacer cantidad sino calidad con atributos diferenciales perceptibles. Y esto no se logra cambiando el cepaje, sino con un trabajo más profundo.
Mientras los que saben continúan con el desarrollo de nuestro gran Malbec, se puede trabajar en un concepto más sólido y convincente: el Malbec blend, vinos elaborados a base de nuestro cepaje emblema en los que las variedades que acompañan lo hagan en función de éste.
Es cierto que ya existen muchos vinos elaborados de esta manera, pero ninguno que potencie el concepto. Están los que indican las proporciones exactas de los cepajes que acompañan al Malbec, pero esto inevitablemente sólo hace pensar en una mezcla de vinos. Hay otros que con sus nombres de fantasía buscan ganarse el corazón y el paladar de la gente detallando en las contraetiquetas las variedades que lo componen. En ambos casos, ninguno comunica con intensidad que el blend potencia nuestro cepaje estrella.

Me gustaría ver cómo este concepto se adueña de las góndolas ya que, además, se basa en esa máxima enológica que afirma que a través del assemblage, el enólogo (artista) logra plasmar su mejor obra (vino). Por lo pronto, hay muchos vinos (sólo tintos por ahora) que aseguran un futuro exitoso para los Malbec blends.


Fuente: http://www.elconocedor.com