Uvas tintas y blancas de la discordia
Los avances científicos y tecnológicos han logrado despejar antiguas dudas sobre el origen de las variedades. No obstante, todavía existen prejuicios relativos a procedencias y características de ciertos cepajes.
Desde hace años, diferentes pruebas documentales, científicas y estadísticas han logrado establecer quién es quién en esa Torre de Babel formada por las más de dos mil variedades de uva que existen en el mundo. Sin embargo, todavía hoy circulan algunas inexactitudes como rémora de las confusiones pasadas. La mayoría de estos “mitos” está relacionada con el origen histórico de ciertos cepajes y con sus características. Es interesante analizar tres casos emblemáticos de este fenómeno y dejar para otra oportunidad a un resto que compone, por cierto, una lista bastante larga.
Falso hijo de la madre patria
Aún hoy es posible escuchar referencias a un supuesto origen español del Torrontés. En primer lugar, las autoridades vitivinícolas españolas no reconocen ninguna uva con ese nombre, o sea que el Torrontés no existe oficialmente en la península ibérica. Es cierto, sin embargo, que en algunas zonas de Galicia se denomina así a los cepajes blancos cuando su identidad no está definida, pero eso nada tiene que ver con la uva homónima que crece en nuestro país. La emblemática blanca argentina proviene de un antiguo cruzamiento de algún tipo de Moscatel (probablemente Moscatel de Alejandría) con uva Criolla. Es bueno recordar, además, que los moscateles son originarios del este de Europa, como para despejar cualquier duda remanente.
¿Será el Syrah de Shiraz?
Otro caso parecido es el del Syrah, al cual se le suele atribuir un dudoso y prácticamente indocumentado origen oriental. Las explicaciones sobre el particular son varias, pero siempre giran alrededor de la comparación entre el nombre Syrah con diferentes locaciones de sonoridad similar. La más conocida tiene que ver con el pueblo persa de Shiraz, desde donde (nadie sabe cómo, cuándo ni por qué) habría llegado al Valle del Ródano. Otros, más audaces, aseguran que los cruzados se tomaron la molestia de traer la variedad que nos ocupa desde Medio Oriente. En esta otra formulación de la leyenda, el nombre provendría de Siria o del puerto de Siracusa, por donde habría ingresado.
Todas estas extrañas hipótesis vienen en decadencia desde la década de 1960, cuando científicos franceses hallaron semillas de uvas fosilizadas en el sur de ese país. En los noventa, con los avances de la tecnología, esas semillas fueron sometidas a diversos análisis y se determinó finalmente que tenían 40.000 años de antigüedad y que su ADN estaba notoriamente emparentado con el Syrah actual.
Pinot Gris, el indefinido cromático
Hay quienes aseguran que el Pinot Gris es una variedad tinta. ¿Es así? No, no es así. El auténtico Pinot Gris o Pinot Grigio es considerado universalmente un cepaje blanco. Se trata de un antiguo clon de Pinot Noir con muy poca pigmentación, tan poca que jamás puede llegar a dar un vino tinto. Incluso si se lo macera largamente con sus hollejos, lo más oscuro que produce es un débil rosado.
Hasta hace poco, el Pinot Gris no estaba reconocido oficialmente en la Argentina y lo que se denominaba como tal era, en realidad, una variedad tinta llamada Canari. Pero los varietales que hoy existen en el mercado nacional están elaborados a partir de plantas importadas en los últimos 10 años de viveros europeos, o sea que ya no existe confusión alguna.
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