Los estudios de diseño especializados en etiquetas e imagen de vino se preocupan mucho por dejar en claro el siguiente detalle: la dedicación en exclusiva al producto para el que trabajan.
Parecería que un diseñador de etiquetas es más prestigioso cuando no se ocupa de la imagen de otro tipo de productos. Una vez que lograron incluir destacadas bodegas en su lista de clientes, asociar su nombre con el diseño de una caja de jabón en polvo es lo último que desean, pero lograrlo lleva mucho tiempo y un talento madurado.
Diseñar vinos es trasmitir estéticamente una línea de pensamiento. Es conocer la personalidad de una bodega, sus marcas, para decidir estratégicamente que elementos en el futuro pueden agregar valor a los proyectos de largo plazo, en los que, como el vino, el tiempo es un factor muy importante.
Establecer un nexo entre la bodega y el consumidor requiere conocer tanto a uno como a otro, oficiar de traductor de un producto especial en el que la sensibilidad juega un rol decisivo. Un buen diseño de etiqueta combina criterio estético con intuición.
Más adelante, en otro post les hablaré de los variados diseños que se pueden encontrar en las botellas de vinos
