Dos propiedades del vino


VALOR ALIMENTICIO: El vino es ciertamente una bebida, puesto que contiene casi 900 gramos de agua por litro, lo que permite decir a algunos amables bromistas que “todo bebedor de vino es un bebedor de agua que se ignora en su fuero interno como tal”. Pero la riqueza de los elementos que lo integran hacen de él, en realidad, un verdadero alimento líquido de icomparables virtudes. Y de ahí hay que confesar además que si los métodos analíticos modernos y perfeccionados permiten separar y dosificar los componentes del vino, ellos no nos revelan y acaso nunca puedan hacerlo.

La parte del milagro y de misterio que da al vino todo su valor de alimento simbólico y sagrado.

El bienestar, la euforia que invade cuerpo y alma cuando degustamos un buen vino, no pueden traducirse en miligramos de tal o cual elemento.

VALOR CALÓRICO: Depende de dos factores: grado alcohólico del vino y azúcar que contiene.

Aunque no se considera al vino más que como una disolución de alcohol en agua, el vino sería ya un alimento, o al menos, un alimento de ahorro. En efecto, el alcohol, siendo utilizado inmediatamente por el organismo, permite economizar, en cierta medida, otros elementos energéticos. No pueden sin embargo asegurar más del 50% de los gastos de base del organismo, o sea 600 a 800 calorías.


Pero, los 10 centilitros de alcohol por litro, cuyo contenido reprochan al vino, no guardan relación alguna con la misma cantidad de alcohol si fuese absorbida en estado puro. El vino no es más que una simple solución de alcohol etílico al 10%.

El número de calorías que aporta al organismo un litro de vino, varía de 600 a 1000 con una media de 600 a 700 para el vino tinto. Los vinos blancos licorosos ricos en azúcar, son más calóricos que los vino blancos secos. Los vinos dulces naturales, los vino de licor, a la vez cargados de azúcar y alcohol, son los vinos más calóricos.

Ciertamente, en los países de alto nivel de vida, esta fuente de calorías puede parecer de importancia desdeñable, puesto que le problema actual sería más bien el de tratar de disminuir una ración demasiado rica. Pero el vino en si con todas sus riquezas, ¿no parece tener la milagrosa virtud de engendrar la euforia, el entusiasmo y la actividad intelectual creadora? En mi opinión, si, y espero que para ustedes, “amigos” del vino también sea de su agrado.